Japón posee una cultura rica y fascinante, que cada vez despierta más interés y misterio. Los mitos, cuentos y leyendas narran historias protagonizadas por seres nacidos de las creencias japonesas, fusionando realidad y ficción.
Estos relatos explican los orígenes y la historia del archipiélago japonés. Las obras literarias, como crónicas históricas, compilaciones de historias, diarios y novelas, han permitido que estos mitos, cuentos y leyendas perduren a lo largo del tiempo. Al igual que en muchas otras culturas, muchas de estas historias se transmitieron y se siguen transmitiendo oralmente.
Estas narraciones tienen diversos orígenes y a veces presentan una atmósfera tenebrosa, pero todas forman parte del legado cultural japonés, reflejando también los valores morales y éticos que se desarrollaron en el país.
Las fuentes escritas son el resultado de la transmisión oral de historias sobre seres divinos y criaturas sobrenaturales, evolucionando con el tiempo y adaptándose a diferentes regiones.
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Por ello, los mitos no se pueden confinar a una única obra o momento específico. Las religiones, especialmente el sintoísmo, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de estas narrativas, entrelazándose con el budismo desde su llegada en el siglo VI. En el siglo IX, la influencia china se hizo notable en la literatura japonesa.
Sin embargo, una vez disminuido este contacto, Japón comenzó a desarrollar una literatura completamente propia.
La Creación del Mundo: Izanagi e Izanami
En la mitología japonesa, el relato de la creación del mundo es una narración cautivadora que tiene como protagonistas a los dioses Izanagi e Izanami. Esta historia se documenta en los antiguos textos Kojiki (Registro de cosas antiguas) y Nihon Shoki (Crónicas de Japón), esenciales para comprender las creencias y mitos del Japón antiguo.
Estos textos no solo describen la génesis del universo y las islas japonesas, sino que también establecen el origen de muchas deidades que son centrales en el panteón shintoísta. Izanagi e Izanami, tras recibir la misión de crear tierra firme, descendieron del puente celestial y agitaron el océano primordial con una lanza sagrada, dando origen a las primeras islas.
Su historia refleja no solo la creación del mundo físico, sino también el nacimiento de una vasta cantidad de kami (dioses y espíritus), cimentando así la base de la cosmovisión y espiritualidad japonesa.
El Comienzo de Todo
Al principio, el universo era un caos informe y vacío. De este caos emergieron varios dioses primordiales, pero no tomaron un papel activo en la creación. Entre ellos surgieron Izanagi (el dios masculino) e Izanami (la diosa femenina), quienes recibieron la misión de crear las tierras.
La Creación de las Islas
Izanagi e Izanami descendieron del cielo sobre un puente divino llamado Ame-no-ukihashi (Puente Flotante del Cielo) y emplearon una lanza adornada con joyas conocida como Ame-no-nuboko (Lanza Celestial) para agitar las caóticas aguas que se encontraban debajo. Al levantar la lanza, gotas de agua salada cayeron de su punta y se solidificaron, formando así la primera isla, Onogoro-shima.
Después de llegar a esta isla, los dos dioses decidieron casarse para crear más tierras. Llevaron a cabo un ritual matrimonial donde caminaron alrededor de una columna celestial en direcciones opuestas y se encontraron del otro lado.
No obstante, el primer intento fue fallido porque Izanami, la diosa, habló primero durante el ritual. Repitieron el ritual correctamente, esta vez con Izanagi hablando primero, y así comenzaron a tener éxito en su misión de creación.
La Creación de los Dioses y las Islas
En el relato de la mitología japonesa sobre la creación de los dioses y las islas protagonizado por Izanami e Izanagi, se narra que de su unión surgieron numerosas islas que conformaron el vasto archipiélago japonés, así como una multitud de otros kami (seres divinos y espíritus).
Además, Izanami, en su papel de madre divina, dio a luz a diversas deidades relacionadas con la naturaleza y los elementos, tales como las majestuosas montañas, los sinuosos ríos y los frondosos árboles que conforman el entorno natural de Japón.
Este relato mitológico no solo explica el origen geográfico del país, sino que también establece la base de la espiritualidad japonesa, en la que los dioses y la naturaleza están intrínsecamente entrelazados.
La Tragedia de Izanami
La desgracia se desató cuando Izanami trajo al mundo a Kagutsuchi, conocido como el dios del fuego. En este proceso, ella sufrió graves quemaduras que finalmente le costaron la vida. Profundamente afligido por la pérdida de su amada, Izanagi emprendió el intento de rescatarla del Yomi, el oscuro inframundo.
No obstante, al encontrarla en un estado de descomposición, quedó horrorizado y, presa del pánico, huyó, cerrando así la entrada del Yomi para siempre.
La Purificación de Izanagi
Después de regresar del Yomi, Izanagi se sometió a un proceso de purificación en un río para eliminar cualquier rastro de la contaminación del mundo subterráneo. Durante este ceremonial acto, surgieron varios dioses de importancia destacada.
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Amaterasu, la deidad del sol, nació de su ojo izquierdo; Tsukuyomi, el dios de la luna, emergió de su ojo derecho; mientras que Susanoo, el dios de las tormentas y del mar, tomó forma a partir de su nariz.
Significado y Relevancia
El relato de Izanagi e Izanami no solamente narra la formación del universo y las islas de Japón, sino que también traza el linaje de numerosas deidades fundamentales dentro de la religión shintoísta. Asimismo, este mito destaca conceptos como el equilibrio entre el orden y el caos, el ciclo de la vida y la muerte, y la relevancia de llevar a cabo rituales adecuados.
Este relato mítico juega un papel esencial en la comprensión de la antigua visión del mundo por parte de los japoneses, revelando cómo concebían la interconexión entre la naturaleza, la espiritualidad y la humanidad dentro de su cosmología.
La mitología japonesa, ejemplificada por Izanagi e Izanami, revela los orígenes y la espiritualidad del archipiélago Japones. Estas historias, tanto orales como escritas, fusionan lo divino y lo natural, reflejando valores esenciales del antiguo Japón.
La relación entre dioses, naturaleza y rituales subraya la importancia de estas leyendas en la identidad cultural y religiosa japonesa, destacando la duradera influencia del sintoísmo y el budismo
